Bologna, 08/07/2006
RICEVIAMO E PUBBLICHIAMO
Viernes, 07 de Julio de 2006
se suicido el director uruguayo juan pablo rebella
Fin prematuro e inexplicable para un cineasta montevideano
Junto a Pablo Stoll, cambió la forma de hacer y entender el cine en Uruguay
con sus películas 25 watts y Whisky. Tenía 32 años.
Juan Pablo Rebella era de una raza que se inspira trabajando en dupla. Así
construyó una pequeña gran carrera, aferrado a Pablo Stoll, inseparables los
dos para crear las películas que cambiarían para siempre la manera de
entender y hacer cine en Uruguay. Primero con 25 watts y luego con Whisky,
estos uruguayos plasmaron un cine de bajo presupuesto, de historias mínimas
empapadas de melancolía, y fue imposible separar esos relatos de los aires
grises de Montevideo. Rebella, que con Whisky se había consagrado en 2004 en
los festivales de Huelva, Tokio y Cannes, nada menos, se habría pegado un
tiro –dijeron fuentes de la jefatura policial de Montevideo– en la madrugada
de ayer y todavía nadie sabe por qué lo hizo. Tenía 32 años, había fundado
una productora (Control Z Films) que se financiaba holgadamente en el
paisaje montevideano, era un cineasta precoz que encontró lo que muchos
nunca lograrían: un tema y un estilo.
Estudió cine en la Universidad Católica de Montevideo, donde entendió que
durante toda su vida trabajaría de a dos, tanto en sus cortos Buenos y
santos y Víctor y los elegidos, como en los largometrajes hechos con Stoll a
cuatro manos, empapados de esa melancolía propia de su ciudad-escenario. Su
primera película, 25 watts (2001), fue premiada en Rotterdam y en el Bafici,
con un relato sobre el vacío existencial de tres jóvenes (uno de los cuales
es Daniel Hendler) entregados al no hacer nada en la vida, introduciendo en
el cine uruguayo preocupaciones tales como no pisar mierda de perro, pasar
un examen de italiano u odiar en silencio al jefe; era la vida misma de
Montevideo en un sábado de verano, allí donde no pasaba gran cosa, a
conciencia de que la mirada, siempre, pesa más que los hechos que se
cuentan. Rebella/Stoll reflejaron su propia aldea, allí donde las
situaciones mínimas remitían a sus admirados Martín Rejtman, Raúl Perrone o
Juan Villegas. Al cronista que vio en Whisky, su segundo film, una versión
de El Capital filmado, o una mezcla perfecta de Bailarina en la oscuridad
(de Lars Von Trier) con Los soñadores (de Bernardo Bertolucci), le
respondió, lacónico: “No sé, no hubo intención”. Su descriptivismo tajante
no era falsa modestia; era una manera de concebir el cine: contando una vida
sin interpretarla.
En Uruguay, nadie entendió nada todavía, aseguraba ayer el productor
argentino Hernán Musaluppi, de Rizoma Films, que era su amigo y trabajó
reiteradamente con Rebella: “Eran una dupla absolutamente increíble con
Stoll, con quien compartían todas las decisiones creativas”. A su vez, la
directora Ana Katz, que hizo una fugaz aparición en Whisky (protagonizada
por los uruguayos Mirella Pascual y Andrés Pazos), dijo que es “una falta
gravísima que él ya no esté entre nosotros, un amigo colosal, tan
afectuoso”. Lo admira también la Asociación de Productores y Realizadores de
Cine de Uruguay, a través de un comunicado: “El cine uruguayo ha perdido uno
de sus grandes talentos. Juan Pablo fue un artista inteligente, de un humor
agudo y genial, un colega generoso a la hora de compartir el éxito y
repartir los premios de sus películas entre quienes trabajaron en ellas”, se
lee allí. Su idea era dar oportunidades a otros cineastas a través de
Control Z, y por eso produjo la película La perrera, de Manolo Nieto, que
ganó el último Festival de Rotterdam y en abril se vio en el Bafici. Quería
que el éxodo de creadores uruguayos se terminara; imaginaba una industria
local que siguiera, a su escala, el modelo argentino de productoras
independientes. “Es como una especie de mareo, como la sensación de que hubo
un error en algún lado”, había dicho cuando lo premiaron en Cannes. Pero esa
vez –a diferencia de lo que sucedió en la madrugada de ayer– no hubo error
alguno.
***
Meritatissimo il Premio della Critica Internazionale a Cannes 2004 per
questa pellicola uruguaiana che narra una piccola/grande storia di amore non
corrisposto, di parole mancate e silenzi imbarazzanti. Ciò che più colpisce
è che i due registi Juan Pablo Rebella e Pablo Stolla (il loro primo
lungometraggio 25WATT è stato presentato nella edizione 2003 di
Iberamericana) potrebbero essere di fatto i figli dei tre protagonisti della
vicenda, vista la loro giovane età. La storia è presto raccontata. Il
sessant'enne Jacobo di Montevideo ha una fabbrica di calzini ormai avviata
verso il fallimento - tre dipendenti, di cui una sovrintendente - la madre di
cui si prendeva cura è morta da un anno, il fratello benestante che guida
un'avviata fabbrica di calzini in Brasile non si è presentato neppure al
funerale, la vita quotidiana scandita sempre dagli stessi, identici gesti.
In occasione della cerimonia ebraica della matzeiva, Herman torna a
Montevideo e Jacobo chiede a Marta, la sovrintendente del suo negozio di
calzini, di trasferirsi per qualche giorno a casa sua, fingendo di essere
sua moglie: Marta prova sicuramente qualcosa che va al di là della
tenerezza, per quest'uomo che pare solo arido ai nostri occhi, e vede
l'occasione come punto di partenza per una nuova vita, sperando di fare
breccia nei sentimenti di Jacobo.
La
tristezza della vicenda e l'aridità umana di Jacobo sono amplificati dalla
poverta dell’Uruguay odierno, così simile all’Italia degli anni '60: ma la
fredda e povera quotidianità dei gesti di Jacobo e Marta, il ripetersi di
giorni tutti mestamente identici - l'attesa dell'apertura della piccola
fabbrica, l'accensione dei macchinari, il rito del the e l'eterna persiana
da riparare - sono introdotti da un sapiente montaggio (si capisce che si
tratta di giorni differenti solo da qualche piccolo particolare cambiato qui
e lì) costruito al fine di rendere evidente, alla fine del film, che
qualcosa è cambiato. E per sempre.
***
Scrivevo nel 2004 che "il
dramma di questa pellicola è che temo sarà necessario un remake per fare
conoscere il film ad un pubblico più ampio. Considerando ciò che è avvenuto,
solo per citarne alcuni, con EL MARIACHI di Rodriguez, APRI GLI OCCHI di
Amenabar o più di recente coll'argentino NOVE REGINE di
Fabián Bielinsky, i risultati non sono
incoraggianti: paradossalmente però è quello magari il momento in cui uno si
va a vedere il film originale, per rifiuto della brutta copia".
Con ben 2 anni quasi di ritardo ecco distribuito
nelle sale finalmente il film. E in originale.
P.S.:
"Whisky" in Uruguay si dice quando ti fotografano, come da noi "Cheese". Ma,
in ogni caso, quando si sorride, è a denti stretti.
Voto: 28/30
29/05/2006
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